jueves, 21 de enero de 2010

La crisis de la Amazonía, pulmón del mundo

“No es necesario destruir la selva amazónica para explotarla” (Moran, 257).




1-. Breve introducción

La Amazonía se ha convertido en objeto de estudio para la Antropología Ecológica, debido a su gran importancia estratégica a nivel nacional e internacional.

Las tensiones provocadas por el cambio climático, el contexto neocolonialista y los acelerados procesos de transformación tanto sociales como tecnológicos ocasionados por la globalización presentan nuevos retos el bienestar espiritual, económico y social de las comunidades que viven en el Amazonas y que dependen de sus ecosistemas, ya sean terrestres, fluviales o marítimos.

La asignación de áreas protegidas que incluyen a los pobladores locales es una de las soluciones propuestas para salvaguardar la vida de las comunidades indígenas y del medio ambiente, aunque muchas de estas áreas protegidas ya han sido escenario de luchas sociales por el control y el acceso al territorio, debido a la riqueza de recursos naturales que el paisaje ofrece, con lo que se hace patente la necesidad de establecer alianzas entre los diferentes focos de interés.

Por otra parte, así como años antes la Selva Amazónica había sido analizada desde visiones posibilistas o funcionalistas, en los últimos tiempos ha habido un cambio de perspectiva hacia cuestiones de ámbito histórico, político y demográfico. Este ensayo pretende dar cuenta de ello a través del análisis de diferentes estudios de la Amazonía, considerada el pulmón del mundo. De ahí su gran interés medioambiental para el planeta.

2-. La triste historia de la degradación amazónica

“La ocupación amazónica procederá como si estuviéramos emprendiendo una guerra estratégicamente llevada”. General Castello Branco, 1964.

La Amazonía es la región que concentra, según Comas Argemir, mayor cantidad de masa forestal en todo el planeta. El proceso de de deforestación, promovido por las políticas de colonización desarrollistas del gobierno de Brasil, financiadas por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo con el perverso propósito de aumentar la producción a costa de las comunidades indígenas y campesinas que habitaban y trabajaban la selva, fue firmemente atacado a finales de los setenta por diferentes grupos ecologistas y otros agentes internacionales preocupados por la deforestación masiva, la destrucción de la flora y la fauna amazónica y el cambio climático mundial, así como el peligro de extinción de diferentes etnias humanas .

Las causas de la degradación ambiental en el Amazonas se podrían situar en las estrategias para el desarrollo llevadas a cabo por los militares brasileños desde el periodo político del Estado Novo, instaurado en 1937 tras el golpe de estado encabezado por el general Getúlio Vargas. “Desde el final de la segunda guerra mundial –escriben Hecht y Cockburn-, y especialmente después de la toma del poder en 1964, los generales establecieron un orden de prioridades en todos los campos para el Amazonas que liberó las nuevas fuerzas que hoy en día destruyeron la región” (p. 155).

La región había sido prácticamente olvidada desde la guerra del caucho entre Bolivia, Perú y Brasil en el período comprendido entre 1899 y 1903 . Pero en 1953 tuvo lugar el inicio de los planes para el desarrollo del Amazonas con la creación de la Superintendencia Para la Valorización Económica de la Amazonía (SPVEA), que sería derrocada por los militares nacionales en 1964.

Así, las políticas de ocupación de la Amazonía con graves impactos ambientales comenzaron en la década de los cincuenta por las diferentes políticas de ocupación ambiental desarrolladas para paliar la deuda y favorecer el despegue económico, por encima de la sustentabilidad a largo plazo.

La acción más significativa llevada a cabo por la entidad sería la construcción de la autopista que unía Belém con Brasilia, más conocida por ‘la carretera del jaguar’ o ‘caravana de la integración’, que conllevó la tala y la invasión de la selva por parte de especuladores y agrimensores. Había comenzado el primer boom de la Amazonía, así como los primeros conflictos violentos por la apropiación de la tierra selvática, los cuales proseguirían años después hasta la fecha.


Operación Amazonía

El segundo boom vino dado tras la estrategia geopolítica del general Golbery, cuya misión era la ‘guerra total’ contra cualquier revolución interna o externa en la zona con el pretexto de “proteger ciertos puntos de la frontera e inundar la selva amazónica con civilización”. Las ideas desarrollistas de Golbery pasarían a la historia con el nombre de Operación Amazônia, promovida por otro general de características y propósitos similares: Castello Branco. Esto é um país que vai prá frente –éste es un país que va para adelante- sería el lema a seguir, consolidándose así la base política de los militares.

Siguiendo la reforma agraria ideada por Goulart antes de que el golpe de Estado lo ‘sacara’ del poder, se creó la ley de reforma agraria conocida como el Estatuto Brasileño de Tierras, en la que ‘aparentemente’ se exigía el pago de salarios por parte de los propietarios de tierras para con los campesinos. Pero esta ley fue sólo simbólica puesto que los militares tenían intereses más económicos que sociales: “Buscamos un diálogo sincero con los inversionistas”, proclamaba Castello Branco.

La Operación Amazônia seguiría un proceso de desarrollo económico cuyo clímax se alcanzaría pocos años después con el aumento exponencial del valor de la tierra. El Amazonas se había convertido en un instrumento para la especulación y objeto de intercambio, pasando por alto la función agrícola que había tenido hasta entonces.
La fallida construcción de la Transamazónica.

La selva empezó a ser colonizada bajo el apoyo gubernamental, mientras las tensiones sociales entre militares, caboclos y nuevos campesinos y propietarios de tierras no hacían más que aumentar. La construcción de la nueva carretera Transamazónica en 1971 marcaría, sin embargo, el fracaso de los nuevos colonos, debido a la gran degradación ambiental y social que se estaba produciendo.

En 1974 la política cambió de rumbo. Aunque tan sólo un 4% del total deforestado fue provocado por los pequeños agricultores, se acusaba a los campesinos de ser los principales culpables del deterioro de las tierras, debido a técnicas ‘atrasadas’ y ‘depredadoras’, con lo que se dejaron de distribuir tierras entre los colonos en pos de grandes empresas ganaderas.

Los generales habían levantado un contexto en el que “la lucha por la tierra y la lucha por los recursos se volvieron intensas y casi invariablemente resultaron en la destrucción de más selva” (Hecht y Cockburn, 187). Tras el telón de fondo de las políticas de desarrollo económico brasileñas, los militares aumentaron las tasas de inflación hasta 100% durante los setenta y ochenta, convirtiendo la tierra en objeto de mercado y en caos social.

Pero en 1988, bajo la presión de diversas organizaciones no gubernamentales y otras instituciones económicas en defensa del medio ambiente que habían surgido a finales de los setenta, el gobierno brasileño, encabezado por José Sarney, se vio forzado a modificar su estrategia desarrollista. Una década más tarde, nacía el programa ‘Nuestra naturaleza’ para establecer las medidas necesarias para parar la deforestación.

3-. Crisis socioambiental del Amazonas: razones y repercusiones

“La deuda y las políticas del Fondo Monetario Internacional y los bancos del Primer Mundo han contribuido poderosamente a la miseria del Brasil como un conjunto, y lo han hecho al exacerbar, y no al generar, lo que ya era la distribución de ingresos y capital más desigual del mundo” (Hecht y Cockburn, 154).

Causas (re)productivas

Son muchas y diversas las causas del deterioro ambiental en la Selva Alta. La primera podría situarse, según Bedoya, en el sistema de producción agrícola extensivo, a la que se le sumarían el uso inadecuado de las tierras de cultivo, debido precisamente a la extensión de terrenos y a la difusión de los cultivos de coca, cacao, té y café, así como a las estrategias de subsistencia de los colonos y a la mala gestión estatal.

El incremento de cultivos ilegales de coca con el objetivo del narcotráfico se debe a la baja productividad de las grandes materias primas cosechadas en la Selva Alta: el maíz amarillo y el arroz, que representan el 67,5% y el 48,3% del total nacional, la mayor parte de ellos trabajados en base al sistema tradicional de roza y quema, con largos periodos de descanso del suelo.

Actualmente, sin embargo, se calculan alrededor de 75.500 hectáreas de cultivos permanentes, incluyendo la coca (Bedoya, 57). “Esta cantidad supera ampliamente al número de hectáreas recomendadas para cultivos perennes, lo cual indica la extensión de plantaciones sembradas en territorios aptos únicamente para uso forestal o de protección”, a lo que habría que sumarle la siembra en lugares no aptos por parte de los colonos.

La reducción del área promedio de las parcelas, la orientación mercantil cada vez más creciente de las unidades agropecuarias, el tránsito al patrón de cultivos permanentes y el aumento del tamaño de la familia en las zonas más saturadas demográficamente constituyen los factores más relevantes para Bedoya en cuanto a la sobrexplotación del suelo selvático, sobre todo en las cuencas del Alto Huallaga y de Satipo.

Mayor importancia tienen aun, según el autor, las estrategias de explotación del suelo de los colonos, marcadas por la economía familiar, con lo que destacan los factores culturales de intensificación y uso del suelo para monocultivos, que no dejan espacios de selva sin explotar debido a la mercantilización, frente a la ‘racionalidad’ indígena en el manejo de los recursos. “En ese sentido, los colonos andinos visualizan el bosque como un enemigo al cual se requiere destruir, mientras los nativos lo consideran factor sustancial de su propia reproducción biológica y cultural” (Bedoya, 63).




Factores sociales y políticos: el nuevo colonialismo

Los procesos de degradación medioambiental no pueden entenderse sin hacer referencia al clima y a la cultura, como tampoco sin mencionar la interacción existente entre contexto social, métodos de producción y cuestiones ecológicas.

Como indica Collins en su artículo, los diversos patrones de uso de la tierra provocan impactos ambientales de diversa índole, lo que nos lleva a plantearnos cómo afectan los factores sociales y políticos con respecto a éstos: “El deterioro ambiental no puede ser entendido sin considerar las formas en las que la tenencia de la tierra, políticas crediticias, titulación y otros factores institucionales condicionan las estrategias de manejo de recursos de los productores que trabajan la tierra” (Collins, 139).

Y el contexto social y político que ha provocado la rápida degradación medioambiental en la Selva Amazónica se debe, principalmente, a la tercera ola colonial a la que se refiere Santos Granero en su introducción Hacia una antropología de lo contemporáneo en la amazonía indígena”, en la que destaca que “si la expansión capitalista de la segunda ola de cambios insertó a pueblos indígenas amazónicos en sus respectivas sociedades nacionales, el proceso de globalización de la tercera ola los ha metido de lleno en el ámbito transnacional”.

En otras palabras, podría afirmarse que la principal causante del impacto ambiental negativo en el muchas regiones del Amazonas se debe en gran parte a la incorporación indígena a la dinámica capitalista a finales del siglo XIX por el boom de la explotación de caucho, que provocó las migraciones masivas hacia las zonas con menos recursos y la escisión de las redes de intercambio interétnico tradicionales.

Este impacto ambiental negativo se ha agravado durante la tercera ola de cambios para los pueblos amazónicos, derivado del proceso de globalización contemporáneo caracterizado por aumento de los intercambios de información y telecomunicaciones, de personas y de productos, cuyo resultado es la ‘transnacionalización’ de la sociedad, la economía, la política y la cultura, en la que encuentra la cúspide el sistema capitalista, cambiando de forma radical la identidad del indígena tradicional y la cultura indígena en general, que ahora se mueve por nuevas redes de intercambio tanto de objetos como de conocimientos.

Deforestación y ecosocialismo

“…el Amazonas es el lugar donde ha ocurrido uno de los movimientos más extensos y rápidos de apropiación de tierras de la historia, ya que 40 millones de hectáreas pasaron de la tenencia pública a la privada” (Hecht y Cocburn, 150).

Según la FAO, la deforestación es la conversión de los bosques en otros usos, pero también puede entenderse como la transformación masiva de los bosques, según la mayoría de autores. Las tres grandes causas de la deforestación según Comas d’Argemir son: 1) la extensión de la agricultura de tala y quema, debido a las presiones demográficas y mercantiles, 2) el consumo extractivo para conseguir madera, papel o leña para la exportación y 3) las estrategias políticas y militares.

En 1989, el ratio anual de deforestación llegó a los 142.200 km2, un 1,8% de la superficie forestal en el mundo (Sponsel y otros en Comas d’Argemir, 164). En los últimos tiempos, el ritmo de deforestación ha sido tan rápido que en los años 90 excedía las 0,4 hectáreas por año. En 1992, según Schmink (Comas d’Argemir, 164) la superficie de bosque tropical deforestada explotada sumaba en un sólo año los 56.000 km2 sólo en América Latina (37.000 km2 en África y 20.000 km2 en Asia).

¿En qué se hace patente la degradación ambiental? A nivel ecológico, en la contaminación atmosférica, en la lluvia ácida, en los problemas residuales, en la deforestación, en la desertización, en el agotamiento de los recursos no renovables, en la desecación de las zonas húmedas… Son las consecuencias globales que contribuyen a la existencia de una ‘conciencia de riesgo’, en palabras de Comas d’Arguemir, que repercute en el comportamiento y las preocupaciones de las sociedades contemporáneas.

Aunque el hombre siempre ha transformado el medio ambiente como estrategia de subsistencia, la expansión del sistema capitalista y mercantil ha provocado la sobreexplotación de los recursos ambientales disponibles, hasta tal punto que nace el temor social de que no haya suficientes recursos productivos para las generaciones venideras.

Sin embargo la deforestación y el deterioro ambiental no son problema sólo de carácter económico, sino también político, como indicábamos más arriba.

Ecología política para políticas nada ecológicas

Muchos de los estudios llevados a cabo desde la perspectiva de la ecología política se centran en el impacto de las políticas de desarrollo mundiales sobre el Tercer Mundo y en los graves efectos del desarrollo sobre el medio ambiente, con lo que se ha colocado el acento en la naturaleza misma y en los modos de uso humanos.

La ecología política analiza la relación entre las distintas variables implicadas (uso de los recursos en función de la clase social, etnia, género, edad, planificación urbana… en función del contexto socioeconómico) en la producción y difusión de los productos intercambiados, así como la repercusión que esta expansión tiene para el entorno, lo que hace necesario el análisis de las interrelación entre el sistema dominante, las estrategias políticas estatales, la competición entre diferentes grupos de interés y los modos de supervivencia de una población rural dada cuyo empobrecimiento va a más (Comas d’Argemir, 165).

En palabras de Schmink y Wood, la ecología política “ilustra como los procesos económicos y políticos determinan la forma en que los recursos naturales han sido explotados en las regiones de frontera en el norte de Brasil” (p. 100).
Según estos autores, “formas distintas de organización política se basan en principios de producción diferentes”. Estos sistemas de producción se podrían resumir en dos: el primero se basa en la forma de reproducción simple o de subsistencia (llevada a cabo por caboclos y campesinos), que no produce grandes excedentes y que, por tanto, no perjudica en el medio ambiente.

El segundo sistema de producción se basa en la reproducción expandida o de acumulación privada, caracterizada por el uso de nuevas tecnologías para la optimización de la producción y promovida por el sistema de acumulación capitalista, que tiende a dominar las otras formas de producción y es el principal causante de la degradación ambiental, y social. “El hecho de que los dos grupos compitan por el acceso a las mismas áreas no solo incrementa la tensión social y la violencia en las zonas de frontera sino que acelera la tasa de deforestación en la medida en que las demandas son constantemente avanzadas” (Schmink y Wood, 106).

Desgracias sociales y urbanas

“La pobreza es causa y efecto de problemas ambientales, pero el empobrecimiento está directamente causado por las formas de acumulación de capital y el intercambio desigual”. (Comas d’Argemir, 164).

Decíamos que la ecología política tiene en cuenta las formas de uso humano sobre los ecosistemas naturales. Pero la deforestación y el deterioro ambiental no afectan de la misma manera a todos los países, sino que son los países tercermundistas los mayores perjudicados por la deforestación y la urbanización masiva: la contaminación del agua, las malas condiciones higiénicas de las viviendas y de las grandes ciudades, así como la falta de un sistema sanitario que les ampare.

No hace falta decir que estos problemas ponen en peligro la vida de las personas que los padecen aquí y ahora, con el aumento de la mortalidad infantil, el descenso de la esperanza de vida al nacer, el analfabetismo, y el aumento de la desnutrición y de enfermedades diversas (Brasil, por ejemplo, es actualmente el país con mayor proporción de casos de malaria).

Una buena muestra de esta desigualdad se hace palpable en América Latina. Según el Banco Mundial, en 1985 unas 70 millones de personas (el 19% de la población total de América Latina) estaba por debajo de los límites de la pobreza, y un 12% bajo la línea de la pobreza extrema (unas 50 millones de personas).

En la actualidad, las sociedades latinoamericanas son mayormente urbanas y es en las ciudades donde se aglomera el mayor volumen de pobreza debido a la migración masiva, donde se crean grandes asentamientos ilegales periféricos al margen del desarrollo post-industrial.

“Estos asentamientos suburbiales –según Portes y Walton- representan la plasmación ecológica de la pobreza y la ausencia de una posición reconocida en el sistema urbano” (Comas Argemir, 190). La pobreza urbana se caracteriza por la inestabilidad laboral, los bajos ingresos y la falta de ayudas sociales, lo que es causa y consecuencia de la marginalidad.

4-. La ecología humana como solución



“El hombre y la sociedad existen en un contexto físico y material que influye en el comportamiento, la ideología y la organización social. La ecología humana representa una tentativa de reintegrar al hombre en un contexto más totalizante” (Moran:1993, 249).

Los criterios ‘racionales’ económicos, que excusaban sus ansias de poder en la ‘necesidad’ de alimentar y abastecer a las crecientes poblaciones han llevado, según Moran, a un aumento de la riqueza de muchos países, con lo que no interesa acabar con el sistema capitalista imperante.

Para la economía, la mayor parte de efectos negativos son hechos ajenos a ella. La ecología humana nace como un área de investigación que intenta dar cuenta de los costos y beneficios más allá del campo monetario, y actúa como instrumento de manejo ambiental en función de la observación del contexto político, económico, social, histórico y físico del ser humano .

Dicho de otro modo: la ecología humana centra el interés en las diversas y diferentes causas de la conducta individual y grupal en el marco de una sociedad determinada y las consecuencias de esas conductas en el ser humano, en la sociedad y en el medio ambiente.

En el caso de la Amazonía, una visión ecológica y humana hubiera evitado el alto perjuicio a los colonos, porque a diferencia de la visión desarrollista, tiene en cuenta los efectos de la ocupación en las poblaciones indígenas y en los ecosistemas. Según Moran, el desarrollo económico debe conducir a una mejora de la salud y el bienestar de las personas, y es necesario forjar una ‘conciencia moral’ que haga énfasis en la justicia social y en la necesidad de “crear una racionalidad ecológica” (Moran, 257).

Por suerte, hay un lado positivo en medio de toda esta miseria: más de 100 etnias han sobrevivido al impacto de las epidemias, el expolio y el desplazamiento territorial, según Moran, y en la actualidad, “la reciente experiencia ha mostrado que las presiones de los grupos de cabildeo internacional pueden influenciarla dirección de las políticas de uso de la tierra. El prestigio de la comunidad científica internacional y el cabildeo político de las organizaciones de conservación han ayudado a generar apoyo para las iniciativas desarrolladas en el interior de Brasil, que buscan evaluar si los modelos de uso de recursos son apropiados” (Schmink y Wood, 111).

5-. Conclusiones

Volviendo a Collins, la integración al mercado, que provoca la exportación masiva de recursos que trata de solventar la deuda económica, perpetúa la pobreza y el subdesarrollo.

Además, las estrategias llevadas a cabo por los pequeños propietarios de las tierras para sobrevivir en este contexto resultan casi siempre incompatibles con el uso de la tierra sostenible, lo que lleva al deterioro de los suelos y otros recursos naturales.

De ahí la importancia de incorporar las cuestiones sociales y políticas en el entendimiento del ecosistema, ya que la degradación de los recursos (sobreexplotación, pérdida de fertilidad de los suelos, erosión) es el resultado de estrategias y acciones políticas, que a su vez corresponde con la degradación de las condiciones de vida de las poblaciones menos desarrolladas.

Por todo esto, es preciso plantearse hasta qué punto es viable la colonización en tierras tropicales en base a pequeñas unidades agrícolas, y cuáles son los límites del avance tecnológico y de las políticas de desarrollo, ahora que se hace evidente el fracaso ambiental y social que la globalización y el expolio capitalista han provocado en la Amazonía, pulmón del mundo, y en todo el planeta Tierra.

Lo que está claro es que las nuevas estrategias de intervención deben sustituir la tendencia acumulativa por leyes de sostenibilidad ambientales y humanas: la perspectiva de la ecología humana como crítica es necesaria, pero no suficiente, para conseguirlo.

La protección no sólo de la selva amazónica, sino también de los ecosistemas mundiales, dependerá de si los políticos y demás aliados financieros deciden apostar por el uso sostenible de la tierra y el respeto de las personas o si, por el contrario, prefieren seguir ‘avanzando’ en su destrucción.



BIBLIOGRAFÍA

BEDOYA GARLAND, E. (1989) “Las estrategias productivas familiares y el deterioro ambiental en la Selva Alta”, en REBORATTI, C. (ed): Población y ambiente en América Latina. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano.

COMAS D’ARGEMIR, D. (1998) “Escenarios políticos. Causas y consecuencias de la degradación ambiental en América Latina”, en Antropología económica, pp. 163-194. Barcelona, Ariel.
COLLINS, J. (1998) “Asentamiento de pequeños propietarios de Sud-América Tropical: Las causas sociales de la destrucción ecológica” en BEDOYA, E.; COLLINS, J.;

PAINTER, M.; (comp.): Estrategias productivas y recursos naturales en la amazonía, pp. 138-168. Lima, Centro de Investigación y Promoción Amazónica.
HECHT, S.; COCKBURN, A. (1993) “El proyecto de los generales”, en La suerte de la selva, pp. 147-195. s.l., T.M. Editores.

MORAN, E.F. (1993) “El manejo ambiental y el mantenimiento de la diversidad en la Amazonía” en La ecología humana de los pueblos de la Amazonía, pp. 247-269, Fondo de Cultura Económica.

SANTOS GRANERO, F. (1996) “Hacia una antropología de lo contemporáneo en la Amazonía indígena” en SANTOS GRANERO, F. (comp.): Globalización y cambio en la Amazonía indígena, pp. 7-43. Quito, Abya-Yala.

SCHMINK, M.;WOOD, C.H. (1987) “The political Ecology of Amazonia”, en LITTLE, P.; HOROWITZ, M. (comp.): Lands and Risk in the Third World”. Local-Level perspectives, pp. 38-57 (pp. 99-116 en versión castellana).

Fotografía: Sebastião Salgado.

by Carmen

Queda totalmente prohibida su reproducción sin previo aviso.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Impresionante. Me ha gustado mucho. Quizás el problema no esté en proteger ciertas áreas, sino en definir cuáles pueden explotarse, dejando el resto (la inmensa mayoria) en paz. Pero claro, tal como pones de manifiesto... la cosa no es sencilla, no.